Es una bahía paradisíaca pero no muchos lo saben.
—¿Y el turismo lo ven como oportunidad o como amenaza?
—Para nosotros sería una oportunidad todo y cuando el turista venga a observar nuestros recursos, no a dañar. La apuesta aquí es el turismo sostenible, el ecoturismo –dice Cristabel Flores, directora de Codepa, una ONG que trabaja en y por la bahía desde hace 11 años.
Turismo sostenible, dice.
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En su currículum destacan dos nombramientos. Desde 2005 forma parte del listado de humedales de importancia internacional Ramsar. Y en 2007
Walter Rojas, de la gerencia de áreas naturales protegidas del Ministerio de Medio Ambiente, prefiere destacar el importante papel ambiental que cumple la bahía, y le apuesta también a un turismo limitado: “Uno de los sueños es fomentar el ecoturismo, ese turismo que comparte con las comunidades, que ayuda a los pobladores y les genera fuentes de ingreso”.
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Amanece en la bahía. El sol no ha salido, pero ya clarea. En la comunidad
El mar ahora está calmado y plateado. En la orilla los primeros en llegar desembarcan grandes peces. Hay bagres, jureles y pargos, pero en poca cantidad. La pesca, dicen todos por acá, está cada vez peor. Sentado sobre la arena, José Ovidio Perdomo, don Ovidio, observa, quizá añorando los largos años en los que él también fue pescador. Alguien muestra orgulloso un robalo de casi medio metro.
—¿Y aún puede ser más grandes?
—Sí –responde–. Hay veces que hasta de
Don Ovidio nació junto al mar y todo indica que morirá junto al mar, en
—Don Ovidio, ¿y donde se compran estas lanchas?
—Aquí mismo se la pueden fabricar.
Rosendo Castillo –56 años, grueso y cachucha en la cabeza, como casi todos en la bahía– fabrica lanchas de fibra de vidrio, las más solicitadas. Su taller, por llamarlo de alguna manera, está sobre la línea de playa. Es una humilde construcción de palma y madera con techo de lámina que apenas sirve para proteger de la lluvia y el sol las lanchas en ciernes. Él y sus cuatro ayudantes están construyendo ahora una con nevera, para poder pasar varios días en altamar. Es de las que más trabajo requieren. Tardarán nueve días y cobrarán 3,500 dólares por el trabajo.
—A
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El taller de Rosendo está a mitad de camino entre el singular muelle de madera y el vivero de tortugas. Desde hace años funciona en este sector de la bahía una red de guardarrecursos que entre mayo y diciembre están pendientes de los desoves de diferentes especies de tortuga marina: carey, golfina, prieta y baule. Don Ovidio fue por años el encargado del vivero, labor en la que hoy le ha sustituido un joven de 17 años –también de
—¿Y cuánto tarda en nacer la tortuga carey?
—El manual que nos han dado –responde don Ovidio– dice que entre 55 y 60 días después de la puesta, pero, asegún la temperatura que tenemos actualito aquí, yo sé que nacen siempre a los 55 días. Eso yo lo tengo aquí –y se señala con satisfacción la sien.
Para dentro de cuatro días esperan que una nidada eclosione.
Debido a la merma en las poblaciones, El Salvador decidió el año pasado prohibir todo tipo de comercialización de los huevos de tortugas. Este vivero ofrece a los pobladores tres dólares por cada docena que llevan, y el 100% de las tortugas que nacen son liberadas al mar. Además del beneficio medioambiental, la precisión de don Ovidio para conocer las fechas de eclosión de los huevos han convertido las liberaciones de tortugas en un prometedor reclamo turístico.
Algo similar está ocurriendo con los paseos en lancha o en kayak por el manglar. En coordinación con el Ministerio de Medio Ambiente, las distintas cooperativas y asociaciones comunitarias que conforman Codepa comienzan a ver el filón. Ya se está ofreciendo a los pocos turistas que llegan, por ejemplo, que sean ellos mismos los que recolecten entre el lodo las conchas para luego elaborar cócteles.
Adentrarse en el manglar es toda una experiencia. Con un buen guía y marea alta, uno puede llegar en lancha a canales de agua por los que apenas pasa la embarcación. Sea la hora que sea, ingresar en este laberinto de raíces supone un contacto directo con uno de los ecosistemas más productivos del planeta. La vida se respira. La temperatura baja de forma súbita y el sol se desvanece, al punto que las cámaras fotográficas comienzan a exigir el flash para garantizar imágenes iluminadas.
—Entre más caminemos para adentro, más cerrado –advierte Miguel Rodríguez, el lanchero.
Es hora de retirarse.
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El manglar circunda Puerto Parada, el cantón al que se dirige la lancha y que funciona como una de las dos puertas de acceso y salida a toda la bahía. La otra es Puerto El Triunfo, otro municipio en el que tener una lancha es más codiciado que tener un carro.
Al llegar a Puerto Parada, un grupo de jóvenes ha formado cadenas humanas que se tiran de forma vertiginosa pero sincronizada los cocos llegados a bordo de una barcaza. Hay bromas y buen humor. Los cocos, la única actividad agrícola en todo el sector oriental de la bahía, terminarán casi todos en San Salvador. Al fin de cuentas, la capital y su asfalto y sus carros y su cemento y su gris y su zozobra están a menos de dos horas. Tan cerca y tan lejos de la bahía.
asfalto que devora la tierra...
ResponderEliminarhuy...cuaato me ha dado este articulo....gracias amigos...quiero visitarlos!!!!!!!!!
ResponderEliminarAllà por 1961-62, cuando mataron a Kenedy,yo vivìa en El Retiro, en èse entonces un campo algodonero.Se llamaba Hacienda El Retiro. Una hilera de ranchos conformaban las viviendas de los colonos; en el centro del Casco se asentaba la Administraciòn de dos pisos, y al lado la bodega donde se almecenaba el algodòn,sobre el cual los cipotes brincàbamos y jugàbamos luchas. El nombre del administrador no me acuerdo, pero si del de su hija; Juanita se llamaba, detràs de la cual andàbamos los cipotes tratando de verle los calzones o "amontonarla"; yo, como el màs feito,tenìa pocas esperanzas, pero le hacìa la lucha; la chamaca se dejaba querer y màs cuando le cantàbamos aquèlla canciòn de moda:"Juanita se llamaba la muchacha que èl amò y asì llama a su guitarra el recuerdo de su amor, en el mar busca el olvido y consuelo a su pesar, sòlo tiene dos amigos: la guitarra y el mar"; la trova quedaba como anillo al dedo, pues Juanita se llamaba y el màr estaba cerca por la Bahia de Jiquilisco, cuyos retumbos en tiempo de calma se oian igual calmados; pero cuando habìa vientos o huracanes habria que encomenarse a Dios-"està bravo el mar"- decìa mi tio Loncho, a la sazòn guardacampo, quien cuidaba que no se robaran algodòn, de la hacienda. Con huracàn o sin èl, el rumor del mar era como una sinfonìa de la naturaleza que nos arrullaba a la hora de dormir; los vientos del estero, ademàs de refresacar el ambiente provocaban la mecida de las ramas de los àrboles de ahuacates ( nahua ahuacatl), que si esataban maduros solitos caìan sin ayuda humana: "ya cayò uno,otro y otro; mañana habrà muchos" decìa mi tia Teresa y asi era, en la mañana el suelo estaba regado de muchos ahuacates; pero, quizas porque aùn eran tiempos sanos,cada colono recogìa los que, creo, sabìa podia comer y creìa le tocaban, y dejaba para los demàs e igual ocurrìa con los melones y sandìas que sembràbamos en los patios; la verdad es que, a pesar de la pobreza, como que aùn habìa solidaridad, independientemente que los ranchos ni patios eran propiedad de los colonos sino de la hacienda.
ResponderEliminarAhi vivì cerca de un año y medio. Ayudaba a mis tios en la lucha por la vida; vendìa conservas a los labriegos y cortadores de algodòn;recorrìa los campos con mi tìa que, por su parte, vendìa atol, yuca y otras comidas; buscaba leña en las barrancas; hacìa los mandados a pie, a veces desde la hacienda hasta muy cerca de la Bahia; pero nunca vi el mar. Los campos de sembradìo se dividìan en "bordas", entre las cuales la borda "mayor" era la referencia. Las avionetas o aviones fumigadoras volaban casi a ras de matas y sobre cabezas de los campesinos que agachaban la testa y contenian la respiraciòn para no inhalar le pesticida, en èse entonces el màs famoso era el DDT. Segùn los anuncios comerciales de "La Voz del Litoral, cuyo patrocinador, al parecer, màs importante era Handal y Compañìa.Ciertamente, la vida era dura; pero con un poco de filosòfìa podrìa pensarse que el lugar era un paraiso, teniamos nuestra Eva; un mar, una presa y un rio; un tihuilote ( tigüilote);garrobos iguanas... La simplicidad de la vida humana en armonìa con la madre naturaleza. Un saludo
Gracias a ti, anónimo, por compartir tus recuerdos.
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